Aug 16, 2009

Cuando Madonna estuvo en Chile

M cumplió 51 años hoy día. Supongo que para recordar la única oportunidad de verla en vivo, posteo mis impresiones de sus conciertos en Chile el 10 y 11 de diciembre del año pasado:

"Han pasado 10 días y aún no lo entiendo bien. Madonna vino. Tardó 23 años –¡más de una vida para mí!-, pero finalmente vino. Y se dieron todas las condiciones para que pudiera verla... dos veces.
Aún no creo que asistí al show de esta mujer, probablemente porque es tanta su importancia, tan larga su trayectoria, tan fascinante su vida, tan permanente su ubicuidad, que al final pareciera una leyenda y no una persona de carne y hueso.
El primer día estuvo marcado por la ansiedad y el calor. Parecía que Madonna había pagado para hacer que el tiempo pasara más lento y así alcanzar a llegar a Chile desde Buenos Aires. ¡A las 14.00pm aún no arribaba!
En los alrededores del Estadio Nacional todos los fans impacientes se preguntaban qué podía haberle pasado. Finalmente, oímos el soundcheck, que alejó toda preocupación. Saber que esta vez las entonaciones de Into the groove provenían de la mismísima chica material, que se encontraba del otro lado de las murallas, nos dio energías.
Pero de todas maneras el ensayo se hizo interminable: la Srta. M. practicó el repertorio completo, lo que se lee cool, pero no se siente así cuando se está parado esperando a 30 grados de calor. Después de demostrarle nuestro descontento de diversas maneras a los encargados de seguridad, que se demoraron más de lo prometido en abrir las puertas, nos encontramos en frenética carrera por buenos puestos en galería. Y los conseguimos. Dos M gigantes, con sus luces apagadas, se erguían en medio del estadio, como dando la bienvenida a todos los asistentes y a la vez diciéndoles, ‘sí, Madonna existe, es grande y ustedes están por presenciarlo’.
Matamos el tiempo hasta que apareció Mr. Paul Oakenfold. Y hay una pregunta que todavía me hago: ¿por qué Madonna, que puede elegir a quien se le venga en gana de telonero, escogió a este DJ? Los Franz Ferdinand de U2 sí que prendieron a la gente hace unos años. Oakenfold, en cambio, pareció ponerle play a un mix de Nelly Furtado y Rihana y quedarse detrás de la mesa aplaudiendo(se). La gente con suerte saltaba en los coros (the World is mine! etc.), a los que parecía demorarse mucho en llegar. En resumen, una hora y media de monotonía. Por fin, tras apagarse las luces, la bolita de hard candy se echó a rodar en las pantallas gigantes. Tic-tac. Tic-tac. Tic-tac. Y apareció ella, la ahora dulce y pegajosa Srta. Desfachatez-Erótica-Evita-Geisha-Cowgirl-AntiBush-Kabbalahdosa, la Reina del Pop [echada] en su trono, recibiendo los aplausos y alaridos de 65.000 fanáticos. De inmediato comienza la coreografía, bajo los montones de focos multicolores.
Sin embargo, pese a toda la emoción, hay algo que molesta de inmediato: Madonna pareciera estar en piloto automático. Giro, patada, brazos arriba, salto. Salto, patada, giro. Todo muy mecánico, como cumpliendo con una simple acción rutinaria.
El saludo, tras la primera canción, suena obligado, como si la artista estuviera completando la oración “Hola, ____” ... Chile, Argentina, Germany, Wales, etc...Y vamos con otra canción, que esto no para, que Madonna salta la cuerda, dos cuerdas, baila de acá para allá, desafina a veces, se tira al suelo, se levanta...Exactamente cómo se habían anunciado los reviews de otros países. Así que, aunque parezca casi una contradicción, la palabra conservadora cabe en un artículo sobre Madonna: todo el show está fijamente preconcebido, incluso algunos diálogos.
Casi en la mitad del show, llega el momento en que Madonna pareciera decir “bueno, y para que vean que también tengo buena voz”: You must love me. Es entonces cuando M y el público chileno tienen su primera conexión. Erguida frente al micrófono, negra guitarra acústica en mano, interpreta acongojadamente la balada en que implora amor, para luego remarcar con suavidad la línea you muuuust loooove me. Y la gente le responde “Ídola, ídola, ídola” desde todos los sectores del estadio. La cantante, con cara de curiosidad, acerca el micrófono a los fans. Las spanish lessons no fueron suficientes al parecer. “What are you saying to me?”. Y el público improvisa una traducción: “Idol, idol, idol”. Risas. Madonna de la nada entiende “I love you” (?) y dice que ella ídem. Y para reforzar su conocimiento del español, dice “yo soy caliente”. Ja.Y desde entonces Madonna estuvo un poco más presente en el show. En un momento confesó incluso: “I didn’t sleep last night”. Con razón.
El show es divertido, porque en un momento el público hace karaoke con las pantallas gigantes en Into the groove, o ve Madonna poniendo en su lugar a sus wannabes en She’s not me, o se sienta a escuchar y ver con calma las gotas de lluvia gigantes cayendo en una pantalla circular, dentro de la cual interpretará luego Devil wouldn’t recognize you.
Y ahora el segundo momento especial en su relación con el público chileno, en el que le cambiaron sus planes a la siempre controladora reina del pop (hay que tener mucha valentía para hacerle eso). Madonna explica que viene la Request Song, en la que ELLA-ELIGE a un afortunado para que escoja la canción que vendrá a continuación. Pues bien, ella-NO-eligió: los integrantes del fan club se habían organizado e impreso “Holiday”, y hoja en mano le manifestaron su decisión a la Reina. Entonces, un poquitín de mala gana, Madonna dice ok, cantamos, ustedes me ayudan porque no me acuerdo mucho, etc. Al final la mayor parte de la letra queda a cargo de la gente, que nos hacemos un lío con el inglés y bueno, resulta ser un Holiday muy (es)forzado y poco memorable. Ese primer día también noté que eran pocas las ocasiones en que de verdad se puede cantar con M. La Isla Bonita, por ejemplo, estaba muy cortada por los violines de los gitanos que la acompañan; Borderline en versión rockera suena bien, pero muy distinta; y en otras como Die Another Day (sí, yo la canto), ella simplemente no aparece y deja a unos bailarines boxeando en un ring.
Así que cuando el público vio que en Like a prayer tenía la posibilidad de entonarla entera, el concierto se convirtió en fiesta. Toda la masa de gente saltando al ritmo de aquella canción cuyo video fue tan controversial en su momento, gritando(¡) a todo pulmón When you call my name is like a little prayer, down on my knees I wanna take u there.
Y ya después todo se pasa más rápido aún, desde la presentación de Ray Of Light hasta el cierre de Give it to me. Como un suspiro. En lo que Madonna se demora en decir “Good night ... ... ... Santiago!” (que se escucha como San Diego) e irse. Quedé con un sabor amargo. Aunque era un sueño cumplido ver a Madonna en vivo, algo le había faltado al concierto: más conexión con la gente, más soltura. Pedí que Madonna lograra/decidiera descansar y que para el segundo capítulo de esta historia llegara con las pilas recargadas. Y así fue.

A pesar de que no volví a hacer la fila todo el día y llegué cuando las puertas ya estaban abiertas, me encontré con la primera diferencia. Sorpresivamente Madonna ya estaba en el escenario, vistiendo ropas sencillas (short y polera), realizando animadamente su soundcheck, interactuando con la gente, practicando algunos de sus movimientos (incluido el salto a doble cuerda, que dejó a muchos con la boca abierta) y conversando con su equipo. Nos hizo cantar, se le vio contenta invitando a hacerlo nuevamente en la noche. De repente bajó hacia la reja que la separaba de los fans en cancha y conversó con ellos. Wow x 1000.

Paul Oakenfold fue igual de aburrido, nada que decir. Ah, sí, the World is mine. Ja.
Madonna se tardó casi 20 minutos más de lo normal en salir, para este segundo show que para mí -y muchos de los presentes- sería algo como M: revisited. ¿Quién fue el mentiroso que dijo que segundas partes nunca fueron buenas? (ok, varias veces le achuntó). La cosa es que yo lo pasé genial. Ya sabía lo que venía, así que sólo había que disfrutar.
Y disfruté con la punzante Human Nature (aparición de Britney Spears incluida) y con Miles away, que suena muy bella en vivo. Adoré los videos en pantalla, especialmente el de los gitanos por el mundo; y me fascinó la elegancia del traje que usaba M usaba en la sección gypsie.
Y mientras lo pasaba bien, entendí algo: que Madonna nunca hubiera venido a Chile no la iba a hacer cambiar su setlist. Porque la Srta. Ciccone no viene a decir “miren, esto es lo que era yo hace una década o dos, con estas canciones me hice famosa”, sino que viene y te demuestra a punta de enérgicas coreografías, “miren, esto es lo que soy ahora a mis cincuenta, este es mi disco Hard Candy, está rebueno ¿ah?, ok, recordemos la Isla Bonita, pero ojo que ahora me gusta la onda gitana así que en su versión 2008 la cantamos mezclada con Lela Pala Tute”. Ese es su sello y siempre lo ha sido, aunque algunos quisiéramos olvidarlo para escuchar más oldies en estado puro.
El descanso y aprender a decir San-tia-go para que no suene como San Diego surtieron efecto. El público estaba completamente prendido y Madonna también. Ahora era ella la que decía “Ídola?”, palabra que todos los sectores le repetían para complacerla. Y dijo que ya había comprendido. Al parecer le gustó, porque la pronunció varias veces.
Además ahora sí hizo gala de su calidad de reina en la Request song, dejando bien en claro que es ELLA la que elige y que no la pillarían volando bajo de nuevo. Escogió a una niña a la que no le entendió el nombre (era como Francisca y ella le puso Christian) y tampoco le entendió que se disculpaba diciendo "I’m sorry, I don’t understand": creyó que le pedía Sorry. El público reclamó un poco al comienzo, pero a decir verdad se sabía la letra y la canción sonó súper bien, acompañada por la base de palmas de todo el estadio. (Un momento Madonna: un acompañante de “Christian” trataba de ayudarle al oído con algunos títulos. M le espetó: “¡eh, deja que elija ella!”). Nuevamente derritió corazones con You must love me, y los hizo explotar con Like a prayer. Las coreografías y los juegos premeditados (como cuando se tiraba al suelo para que el Mr Dj no le detuviera su Music) fueron más naturales. Madonna ahora sí llenaba todos los espacios. De manera impecable. Toda una ídola. Llegó la despedida. Después de jugar casi dos horas con Madonna, se lee Game over en las pantallas. Ella se va ganadora, y obvio, aunque la gente la pida, no vuelve. Hecho el show, a M se la traga la noche, para aparecer en Brasil...si es que mi madre no la detiene antes.
Sí, porque ahora viene la parte más freak de todo. Mi mamá que no estaba muy ahí con Madonna, estuvo más cerca de ella que la mayoría de los asistentes. El recinto del Estadio Nacional ocupa una gran extensión, de varias cuadras. Mi mamá esperaba en el auto en una de las salidas más lejanas del estadio, por una calle menos congestionada, en una parte mal iluminada. Un carabinero se le acercó para pedirle que se moviera, porque tapaba la entrada. ¿La entrada de qué? Si estaba todo oscuro y no se veía a nadie adentro. El tipo insistió, pero le permitió quedarse cerca. De pronto llega un vehículo y una persona con cámara de tv. Y desde el Estadio salen sendos jeeps polarizados, que pasan rapidísimo, levantando polvo, alejándose irremediablemente. “¡Madonna!” gritó mi mamá. Y, según el noticiero del día siguiente, lo era."

2 comments:

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